martes, 9 de julio de 2013

Un nuevo país flota en el océano

Garbage Patch, el gran remolino de basura no biodegradable que forma un espantoso archipiélago de cinco islas de plástico en los océanos, se convirtió en un Estado federal con bandera, capital (Garbandia) y constitución, el pasado jueves 11 de abril. El reconocimiento de la comunidad internacional tuvo lugar en el marco de una instalación performance en la Sala de los Pasos Perdidos de la sede de la Unesco en París.

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La acción es la primera iniciativa de Wasteland, un proyecto en proceso de la artista italiana Maria Cristina Finucci, que se propone visibilizar uno de los fenómenos de contaminación más graves del planeta. “Pese a sus dimensiones, —16 millones de kilómetros cuadrados y la isla más grande es mayor que Tejas—, el archipiélago es solo la punta de un problema invisible y, por ello, aún más insidioso.

Debido a la fotodegradación solar, los detritos reunidos por las corrientes en el centro de los océanos son reducidos en pedacitos cada vez más pequeños hasta resultar invisibles al ojo humano. Sin embargo, están ahí y en una concentración de una parte de pláncton por cada seis de plástico”, explica Finucci, convencida de que materializar el Garbage Patch en un nuevo Estado le otorgará una presencia más tangible y más fácil de combatir. “Como entidad concreta, aunque ficticia, el Estado dará forma a un problema de escala planetaria que aún no tiene a los ojos de la opinión pública consistencia real”, añade la artista. Tras la performance se inauguró la web garbagepatchstate.org, a través de la cual la historia y el mito de las islas de basura serán difundidos y alimentados por las contribuciones de todos los que quieran intervenir en el blog. Cualquiera podrá registrarse como ciudadano del Garbage State y recibir el pasaporte oficial.

Wasteland toma su nombre del poema de T.<TH>S. Eliot y en principio se desplegará a lo largo de dos años en diferentes formatos: instalación, performance, vídeo y fotografía. “El arte puede lograr la reacción que la información científica y el pensamiento racional no han obtenido. Este desastre nos involucra a todos porque es obra de todos. Somos a la vez víctimas y verdugos. Por ello este trabajo no surge solo como respuesta racional a la contaminación de los mares, sino como todo lenguaje artístico conserva un aspecto irracional y emotivo”, asegura Finucci. Realizado en colaboración con la Universidad Ca’ Foscari de Venecia, la institución italiana de referencia en las políticas ecológicas y ambientales, el Garbage Patch State tendrá su pabellón nacional en el patio de la universidad durante la Bienal de Venecia, que se inaugurará el 1 de junio. Luego la artista llevará a cabo un periplo de instalaciones-performances en diversas ciudades, empezando por Roma en septiembre y más adelante en Madrid, donde Maria Cristina Finucci, se trasladó a principios de año: es la esposa del nuevo embajador de Italia en España.

“No tengo la intención de demonizar el plástico, sería una utopía querer eliminarlo, ha producido una revolución silenciosa y facilitado en gran medida la vida humana. El problema es que la inmediata disponibilidad de los objetos les ha quitado su dignidad y por ello los abandonamos sin pensar”, reflexiona. Según sus investigaciones, desde 1970 el Garbage Patch, que fue objeto también de un proyecto artístico de Daniel Canogar, ha multiplicado su superficie por cien y, ya que no hay remedios efectivos para limpiar los océanos, tan solo podemos evitar que crezca ulteriormente. “Los Gobiernos pueden hacer mucho y en los países que han limpiado sus costas los resultados son evidentes. Sin embargo, la respuesta pasa por cambiar las costumbres, antes de que sea tarde. Este proyecto no se agota en la producción de algún objeto o instalación, sino que consiste en un recorrido de relaciones y actitudes que implican involucrarse a nivel intelectual y emotivo”.

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