Recursos no convencionales (shale, tight), mientras Argentina lo aprueba, Francia lo prohíbe
Irina Mendiara (OPSUR)
Mientras en Argentina, después de la nacionalización de YPF, el pensamiento único en materia extractiva coloca como principio incuestionable el desarrollo de la explotación de recursos no convencionales (shale, tight) y se felicita por creer en sus promesas de prosperidad económica sin cuestionar sus costos; mientras la vociferación patriótica de la supuesta soberanía energética recuperada deja en silencio toda difusión de información a la ciudadanía (y su consulta) sobre las consecuencias medioambientales y las perjuicios de este tipo de explotación para poblaciones presentes y generaciones futuras; mientras la Presidenta inaugura un nuevo pozo exploratorio y se entusiasma con avidez: «Queremos ir por todo, por el convencional y el no convencional»[1] ; mientras en Argentina es hora de celebraciones eufóricas que no dejan lugar a preguntas que apenas articuladas son descartadas y acusadas como intentos de desestabilización; mientras este panorama se cristaliza, en otros países el debate público en torno a los no convencionales está abierto y los cuestionamientos son cruciales, vitales. Es el caso de Francia, que en estos días debate un proyecto de Ley de prohibición de la exploración y la explotación de hidrocarburos no convencionales.