MONSANTO ARGENTINA anunció la instalación de una factoría gigantesca, en Malvinas Argentinas de Córdoba, para acondicionar semillas de maíz transgénico de última generación recientemente autorizada por el gobierno nacional; hoy conocemos que toda o casi toda esa semilla se cultivará en el Valle de Conlara al norte de San Luis.
Las semillas del mal
La multinacional produce actualmente tres semillas de maíz que comercializa en la Argentina. Una es el Maíz MON810, semilla al que han injertado genes transgénicos a través de bombardeo con micropartículas, logrando que las plantas que se generan de estas semillas, mientras estén vivas, en muchas de sus células, secrete una proteína tóxica para insectos lepidópteros (mariposas) que atacan estos cultivos: es la toxina Bt, procedente del bacilo turingiensis ( un bacillo de la tierra y que naturalmente produce esta proteína-toxina para poder competir con gusanos, también de la tierra, ya que ambos grupos se alimentan de residuos orgánicos de los suelos), en el ambiente naturalmente hay pequeñísimas cantidades de estas toxinas Bt producidas por los bacilos.
El maíz MON810 contiene entre otros genes implantados, genes que convierten en resistentes a los antibióticos de uso común en medicina humana (resistencia a aminoglucócidos) utilizados como marcadores del proceso de manipulación.
La Unión Europea prohibió el ingreso de esas semillas a su territorio en 2004, a través del art. 2 de la Directiva 18/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo Ejecutivo de 12 de marzo de 2001 por ser una amenaza para la salud pública (el Ministerio de Salud argentino parece que nunca se dio cuenta de ello). Paralelamente muchos países de Europa denunciaron el impacto ambiental que estas plantas venenosas de maíz generan, al secretar insecticidas (como la toxina Bt) todo el tiempo durante el que están vitales, como si fueran una usina permanente de insecticidas; ocasionando un impacto en la biodiversidad mucho mayor a la que generan las fumigaciones esporádicas con insecticidas, las que ejercen sus efectos venenosos durante 2 o 3 días después de la aplicación, mientras que la secreción de la toxina por la planta se prolonga varios meses y sus efectos sobre el ambiente también.
Últimamente científicos canadienses detectaron la toxina Bt en sangre de cordón umbilical de niños recién nacidos y en la sangre de mujeres embarazadas, confirmando la amplísima contaminación generada por este tipo de cultivo. Es preciso reconocer que esta toxina no es inocua para los humanos, por lo que la preocupación médica está aumentando.
El nuevo maíz mutante de Monsanto
En agosto de 2012 el gobierno nacional, aprobó nuevas semillas manipuladas por las grandes empresas de biotecnología y agrotóxicos, entre ella una de Monsanto y Dow: el maíz MON89034 x TC1507 x NK603. Esta es una versión mejorada del maíz Bt (MON810), aquel que generaba una toxina que permanentemente mataba a algunos insectos perjudiciales para el cultivo.
Ahora el nuevo mutante de maíz no sólo genera un veneno Bt sino que sintetiza tres, tres toxinas diferentes, que se secretan todo el tiempo. El nuevo maíz (si aún se le puede llamar así) es capaz de matar todo tipo de orugas y gusanos de mariposas que traten de anidar en sus chalas, hojas o espigas, y ahora también es capaz de exterminar a las vaquitas de San Antonio, un coleóptero que suele anidar en su raíz (según los anuncios oficiales).
Este nuevo maíz, que según anuncio la Presidenta Fernández de Kirchner durante su encuentro con los líderes de Monsanto en Junio del año 2012 en Washington, USA, se llamaría comercialmente: “Intacta”.
También quedará intacto bajo la lluvia de glifosato, para el que tiene dos genes injertados ajenos al genoma del maíz, que le darán la capacidad de sobrevivir a esa nube tóxica. Además será resistente a un segundo herbicida: el glufosinato de amonio que comenzará a llover sobre los 12 millones de personas que viven en las zonas de cultivos transgénicos del país. Como las plantas silvestres se están manifestando resistentes al glifosato (crecen yuyos entre las hileras de maíz transgénico) se intenta ahora agregar otro herbicida a la mezcla de agrotóxicos que aplican a los cultivos, en este caso glufosinato, no menos tóxico que glifosato).
El nuevo y venenoso maíz que Monsanto cultivara en San Luis y preparará en Malvinas Argentinas vendrá a generar niveles de contaminación y daño ambiental nunca imaginados. Pensar que muchos países desarrollados rechazan al maíz que produce una sola toxina Bt, y nosotros autorizamos y cultivaremos un maíz que tiene tres venenos Bt, cuyo impacto es desconocido y que fue autorizado por la CONABIA y el SENASA en base al principio de equivalencia sustancial de transgénico con orgánico; equivalencia que imaginan hipotéticamente, pero que no demuestran, y afirman como real con temeraria irresponsabilidad (Resolución Nº 382/2012, Ministerio de Agricultura de la Nación).
Intacta, el nuevo maíz mutante de Monsanto, significará una escalada más en la carrera por aumentar la cantidad de herbicidas con los que se bañan nuestros campos; hoy Argentina consume 280 millones de litros-kg de glifosato por año, glufosinato lo acompañará rápidamente aportando su propia y reconocida toxicidad en humanos; y la realidad demostrará como es falso el argumento de que estos manipuleos genéticos disminuyen el uso de agrotóxicos; no estamos disminuyendo agrotóxicos, estamos incorporando nuevos.
La experiencia nacional demuestra que desde que se aprobó la soja RR no deja de crecer el consumo de venenos agrarios; con venenos es imposible impedirle a la naturaleza penetrar en los extensos monocultivos con plantas (malezas) e insectos que se adaptan a los agrotóxicos; esta pelea contra la naturaleza sólo le conviene a las empresas de biotecnología que inventan una solución falsa y dañina todos los años para sostener su negocio, el monocultivo extensivo es insustentable.
Además Intacta tiene la ventaja, para Monsanto, de ser híbrido, nadie podrá guardarlo para volver a sembrarlo porque ya no vuelve a crecer; inevitablemente contaminará genéticamente a otros maíces vecinos y las empresas multinacionales cobrarán derechos de propiedad genéticas a los productores; ya nada será como antes.
Este maíz no es recomendable para alimento humano, en poco tiempo no podrá convertirse en mazamorra o en locro, maicena o polenta, este es un maíz pensado supuestamente para forraje de animales, aunque en Estados Unidos y en Europa cada vez es más fuerte el reclamo contra estos “alimentos” por la gran cantidad de animales que abortan sus crías o presentan rendimientos pobres.
En poco tiempo quedara reconocido que este maíz mutante solo servirá para generar biocombustible.
San Luis: el Santuario transgénico de Monsanto
Para generar estas semillas se realiza entrecruzamiento convencional de distintas especies de maíces transgénicos, intercalando líneas o surcos de plántulas de distintas características. Como el maíz es de polinización abierta y anemófila, propensa al cruzamiento, requiere polen de otra planta; se busca que se entrecrucen las especies y generen así el nuevo maíz acumulando las características genéticas de los precursores. Este proceso necesita un control muy cerrado y escasas posibilidades de contaminación genética por otras siembras.
Monsanto encontró el santuario ideal para reproducir sus semillas transgénicas de maíz venenoso en el Valle de Conlara en el norte de San Luis. En esa zona rodeada por montañas existe un clima muy estable y predecible, con escasas lluvias que pueden alterar la reproducción del maíz, viento adecuado y sobretodo un ambiente controlado.
Esta zona posee agua subterránea de calidad y cantidad suficiente, desde el riquísimo acuífero subterráneo del valle que se encuentra a 60 o 150 metros de profundidad. El Estado de San Luis ofrece disposición de energía eléctrica suficiente para que puedan funcionar las enormes bombas de extracción que proveen agua a inmensos sistemas de riego por pivot de 600 a 900 metros de extensión.
La producción de semillas requiere trabajo manual intensivo (sobretodo el despanojado), hay momentos en que algunas inflorescencias o panojas (espigas) de una líneas de plantas tiene que ser extraídas manualmente y ese trabajo lo hacen más de 2500 trabajadores golondrinas por año, contratados precariamente en forma estacional para trabajar en 17000 ha según algunos cálculos (en San Luis, Bs As, Córdoba y ahora extendiéndose a Catamarca). Son públicos los episodios de trata de personas y trabajo esclavo que compromete a Monsanto en Provincia de Bs As, que lesionan la dignidad humana. También trascendió que la explotación laboral de empresas multinacionales semilleras y cerealeras, como NIDERA, PIONEER, MONSANTO, y la nacional DON MARIO, se concreta a través de otra multinacional: MANPOWER, y su subsidiaria RURAL POWER: proveedora de trabajadores temporarios que son reclutados en provincias del noroeste o en Bolivia (como ejemplo esta el Sr. Emilio Jimenez delegado de estas agencias “esclavistas” en Atamisqui, Santiago del Estero. Alrededor de 300 plantas despanojadas generan una bolsade semillas de maíz (entre 60 y 80 mil semillas necesarias para sembrar una ha), las bolsas son vendidas a entre 100 y 150 u$s y el costo laboral es de 2 u$s, la explotación económica es abismal, sin considerar los riesgos para la salud del trabajador de los que nadie se hace responsable, menos que nadie la obra social del cómplice gremio de los peones rurales. Es de destacar que una bolsa de granos de maíz, no para semillas, tiene un precio de 80 a 100 pesos y la bolsa para semillas cuesta más o menos lo mismo pero en dólares.
El trabajo es duro y con grandes riesgos de contaminación, no se puede escatimar esfuerzos físicos y químicos en la producción de semillas. Los jóvenes de la zona ya tuvieron sus experiencias de severas cefaleas, vómitos, descomposturas, convulsiones, etc. y rechazan las ofertas de empleo en las semilleras.
Fuente: San Luis 24
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