Algunos números de la soja
El monocultivo no es una estrategia inteligente
El nordeste brasileño fue al centro de producción azucarera de América. Hoy es un desierto. Cuba trata de salir del monocultivo de caña pero hasta ahora no ha podido. La Argentina no tenía necesidad de entrar en ningún monocultivo, pero lo hizo con la soja principalmente por cuestiones de recaudación fiscal, las mismas que llevaron a la crisis de la resolución 125.
La Argentina no tenía necesidad de entrar en ningún monocultivo, pero lo hizo con la soja principalmente por cuestiones de recaudación fiscal.
Los mejores campos del mundo, la pampa bonaerense, vistos desde los satélites artificiales aparecen con alarmantes manchas marrones. Es la erosión que ya está produciendo el monocultivo de soja, y de la que estuvieron preservados durante más de un siglo por la ganadería, que sabe devolver al suelo los nutrientes que le quita.
El precio de producción del petróleo se calcula en base a las inversiones necesarias para retirarlo de las napas, para transportarlo y comercializarlo. No suele entrar en el cálculo el petróleo mismo, el recurso que se quema y que no se puede reponer.
El precio de la soja no tiene en cuenta la degradación del suelo que produce, sobre todo por ser un cultivo transgénico, que retira nutrientes y no los devuelve.
Hace unos 20 años la soja era casi desconocida entre nosotros. A partir de que comenzó a exportarse, con el poroto se fueron al extranjero, vía exportación, 2.895.344.460 dólares en nitrógeno, un elemento fundamental para la fertilidad del suelo. El nitrógeno, obtenido del salitre o “nitro de Chile” fue el causante de la “guerra del Pacífico” en que Chile bajo inspiración de capitales ingleses se apoderó de los yacimientos del Perú y de Bolivia y este país perdió parte de su territorio y su salida al mar.
En el mismo lapso se fueron con la soja 2.638.055.818 dólares en potasio, otro nutriente esencial; 890.168.650 dólares en fósforo; 461.509.880 dólares en azufre: 86 millones de dólares en calcio y 71 en magnesio.
Los datos fueron proporcionados a la periodista Soledad Barruti por Walter Pengue, ingeniero agrónomo especialista en mejoramiento vegetal.
Pengue advierte que el monocultivo de soja rifa el futuro argentino a un ritmo vertiginoso y terminal, porque el suelo tardó miles de años en formarse, se degrada muy rápidamente por esta vía y no es posible reponerlo, es un recurso no renovable.
“La soja aplicada en la región pampeana como lo estamos haciendo es brutal y en la región chaqueña es suicida”, dice.
Cuando el suelo se agote por la pérdida de los nutrientes que se lleva la soja, no se podrá plantar nada: ni un manzano, ni una lechuga ni una papa. Sin embargo, para Pengue la solución está al alcance de la mano: volver a plantear un sistema agrícola ganadero, traer otra vez las vacas, dejar descansar a los campos, rotar las producciones y permitir que el suelo, cuando todavía haya tiempo, se recupere.
Pero además de la ceguera estatal y de los propios productores, está el negocio de las empresas multinacionales que venden fertilizantes. Estos fertilizantes son pan para hoy y hambre para mañana, en este caso no en sentido figurado sino recto. Destruyen la materia orgánica del suelo, que se vuelven compactos y se cierran a recibir nutrientes naturales.
Los fertilizantes industriales han hecho posible que mientras por cada kilo de nitrógeno industrial que se aplicaba hace 40 años se obtenían 131 kilos de soja hoy se obtienen 36 y 76 kilos de maíz contra 226 de hace cuatro décadas.
Datos tomados de “Malcomidos”, por Soledad Barruti
Centro de Protección a la Naturaleza
Campaña "Paren de Fumigarnos!"
Belgrano 3716 - CP 3000 - Santa Fe - tel. 0342 4531157
www.cepronat-santafe.com.ar
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