Con el agotamiento de Minera Alumbrera, proyectado para 2019, el
interrogante parece ineludible: ¿Quién se hace responsable en caso de
que algo suceda a partir de entonces? Las empresas extraen y luego se
van. El cierre de una mina tiene un ciclo incierto de tiempo y la
experiencia mundial muestra que las comunidades cercanas y el estado al
cual todos tributamos, son los que padecen y deben hacerse cargo de lo
que la explotación minera dejó. Los empresarios limitan sus
responsabilidades a informes técnicos sobre las "tareas de cierre" y
aportes a fondos estatales para cubrir contingencias y que el estado se
haga cargo.
Fuente: Cronista
La minería, como toda extractiva, es una actividad conflictiva en
términos sociales y ambientales. La Argentina ha visto expresión de ello
en más de una ocasión. De todos modos, uno de los ejes de contención no
está asociado a las operaciones en sí, sino a lo que sucede una vez que
estas terminan, es decir, cuando el recurso es agotado y la empresa a
cargo de su explotación abandona el lugar. A partir de entonces, ¿en
quién recae la responsabilidad si algo sucede?
Si bien, en la Argentina, esta es una pregunta que aún no necesitó ser
contestada (ninguna mina cerró hasta ahora), esta sí se encuentra en el
futuro cercano, dado que el proyecto catamarqueño Minera Alumbrera,
única mina de cobre en el país, está en etapa de agotamiento y estima
finalizar en 2019 fecha que, según Glencore, compañía al frente del
proyecto, "está sujeta a la probabilidad de nuevas inversiones o a la
extensión de la exploración actual".
Planeando para el después
De acuerdo a Diego Moreno, director General de Fundación Vida Silvestre
Argentina, la preocupación respecto del después no es infundada. "En
principio, el tema del cierre de minas es uno de los puntos más críticos
de esta actividad, ya que son situaciones que permanecen mucho más allá
de la gestión de la empresa en el lugar", explica.
Y añade: "Cuando hablamos del largo plazo, hay una situación bastante
crítica. El que termina haciéndose cargo, como garante de la seguridad
ambiental, es el Estado. Y ahí es dónde hay un punto que no está del
todo resuelto, que tiene que ver con cómo aseguramos que el Estado
cuente con los recursos para hacer frente a lo que pueda ocurrir cuando
el proyecto minero se hubiera completado".
Entonces, ¿quién es responsable? "Eso se desprende, en cada caso, de la
Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que todos los emprendimientos
mineros están obligados a presentar ante las autoridades antes de
iniciar las operaciones", responde el ingeniero Mario Capello,
secretario General del Colegio Argentino de Ingenieros de Minas (CADIM).
"Se establece un fondo destinado a controlar y monitorear la zona
intervenida en el tiempo posterior al cierre, que es gestionado por la
autoridad ambiental de cada emprendimiento, para evitar cualquier
impacto negativo posterior. Pero la modalidad depende de la DIA de cada
proyecto, por lo que no puede generalizarse. Además, la modalidad
adoptada estará vinculada, también, al método de tratamiento que se haya
empleado en cada caso", detalla.
En términos similares se expresa Leonardo Viglione, socio a cargo de
Minería de PwC Argentina, quien señala que, al tratarse de proyectos de
muchos años de duración, el plan de cierre "debe revisarse anualmente
para asegurar su correcta actualización, sobre todo, teniendo en cuenta
los avances tecnológicos".
Respecto a los mecanismos utilizados para preservar las condiciones
ambientales en este proceso, el especialista apunta que, a la hora de
activar la fase de cierre, estas "se respetan tal como se hacía durante
el proceso de extracción de minerales". Asimismo completa, "cabe
destacar que, a lo largo de los años productivos de la mina, se destina
parte de los ingresos a un fondo de reservas económicas que se
utilizarán una vez que la compañía entre en la etapa de agotamiento y
deba ejecutarse su plan de cierre".
La primera argentina
Los pasos hasta aquí enumerados son fases del proyecto que Minera
Alumbrera, según explican desde Glencore, ha seguido en pos de preservar
las condiciones ambientales luego de que finalicen sus operaciones en
Catamarca.
"Comenzamos a trabajar en la planificación integral del cierre desde el
inicio, ya que forma parte central de nuestra gestión", afirman.
"Contamos con investigaciones directamente relacionadas al cierre y
monitoreos sistemáticos, que son auditados por la Secretaría de Minería
de la provincia".
Entre las acciones que abarca este plan, se encuentran programas de
capacitación (incluyendo dos carreras terciarias) destinados no solo a
empleados de la compañía, sino también a comunidades vecinas y
proveedores. "Buscamos mejorar la empleabilidad de los trabajadores una
vez finalizada la vida útil del proyecto", dicen al respecto.
Por otra parte apuntan, una de las metas principales de este proceso,
en términos ambientales, "es reducir o eliminar los impactos generados
por la actividad industrial", por lo que se limpiarán las instalaciones
industriales y se rehabilitarán las remanentes. Así, buscan asegurar
"una condición de sitio seguro, sin riesgos para la salud de las
personas y el ambiente".
Vía: No a la Mina.org
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