miércoles, 11 de enero de 2012

El río Pilcomayo desaparece por culpa de Argentina, Bolivia y Paraguay

Fabiola Torres

El río Pilcomayo (o Araguay) pertenece a la cuenca del Plata y sus aguas pasan por Argentina, Bolivia y Paraguay. Su longitud es de casi  2.500 kilómetros y riega 270.000 kilómetros cuadrados en su recorrido.

A pesar de que estos tres países comparten el río Pilcomayo, ninguno se hace responsable de los graves problemas que éste enfrenta, con casos de contaminación por minería, dragados y deforestación. Frente a esta situación los más perjudicados son los pobladores aborígenes.

La distribución de esta subcuenca es de: Bolivia con un 31%; Argentina con un 25%; y Paraguay con un 44%. Alrededor de esta zona viven unos 1.500 habitantes, la mayoría perteneciente a alguna de las 12 etnias aborígenes ribereñas (weenhayek, guaraní, tapete, chorote, toba, wichi, nivakle).

Debido a las constantes sequías, el caudal del río aumenta su nivel de contaminación y salinizaron, lo que tiene un efecto negativo en suelo y cursos del agua; afectando fundamentalmente la pesca de la zona.

En algún momento los peces fueron abundantes en este río, pero actualmente han disminuido de manera considerable y en la parte alta del Pilcomayo sólo queda el bagre, único que soporta los altos niveles de contaminación. De hecho, de los peces que quedan, ninguno es apto para el consumo humano, producto de la alta concentración de plomo y mercurio.

El sábalo, alimento básico y fuente de ingresos de los pueblo indígenas bolivianos, pasó de 1.440 toneladas en el año 1986, a aproximadamente 400 toneladas en los últimos tres. También hay serias sospechas de que los peces tengan concentraciones de cadmio y plomo superiores a las aptas para el ser humano.

El rio Pilcomayo está catalogado como uno de los más inestables de Sudamérica y durante los últimos años ha sufrido la perdida de peces, fauna y ciénagas. A esto se suma la muerte de ganado y el difícil acceso a agua para la población aledaña.

Multiples protestas se han realizado frente a esta situación, tanto de organizaciones ambientales como de las comunidades de la ribera del río, aunque en su mayoría las quejas no han sido escuchadas. La atención a este problema se hace necesaria de inmediato, ya que el río Pilcomayo se muere producto de la excesiva contaminación de la industria minera y la poca preocupación de las autoridades.

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